
En mi primer posteo definí indudablemente mi condición de peronista. El bastardeo que ha sufrido esa palabra pondrá en la mente de quienes me lean la pregunta ¿peronista de que peronismo?.
Es que se ha convertido en natural que la definición de esa pertenencia política este acompañada de una adjetivación: peronista kirchnerista, peronista renovador, peronista delasotista, etc, hasta llegar a los extremos degenerativos de peronismo republicano (Pichetto) o cordobesismo.
Perón nos decía que el movimiento nacional, o sea el peronismo, tiene en la doctrina justicialista que encarna principios teóricos “…y constituye a la vez la escala de realizaciones, hoy ya felizmente cumplidas en la comunidad” (1949).
Por eso opino que la palabra “peronismo”, así, a secas, nos debería contener a quienes nos asumimos como continuadores de una gestión de gobierno que fue interrumpida por el golpe de la fusiladora y luego por la muerte de Perón, gestión de gobierno que el propio Viejo (un guiño que me delata) definía como una “revolución inconclusa”.
Y cuando se habla de gestión de gobierno de Perón, me extraña sobremanera que se proceda a la enumeración de hechos y se pase por alto un documento donde el General exponía conceptualmente esa gestión de gobierno.
Me refiero al Decreto 13.378, capítulo V, del 11 de agosto de 1954 donde se define claramente los principios generales del peronismo para la acción de gobierno en el terreno de la política interna, política internacional, defensa y seguridad nacional, acción económica, acción social y acción cultural.
Lo pueden encontrar en http://www.bnm.me.gov.ar>giga1>documentos.
Así podrán interpretar porque me niego a adjetivar al Peronismo y porque razón me defino como peronista.
Y que el destino del peronismo es concluir esa revolución que iniciaron Perón y el pueblo trabajador en 1946.