
CONCLUSION.
El disparador que genera la utilización del odio como herramienta política es el conflicto con las patronales rurales a través del conflicto por la 125 (2008).
El kirchnerismo, ya representado por Cristina Fernández, es el nuevo destinatario de las acciones difamantes ya ejercidas contra Yrigoyen y Perón, pero con un nuevo actor de época: los medios de comunicación monopolizados ya por el Grupo Clarín y La Nación. Estos medios, y su consumo masivo, fueron los nuevos instrumentos, imprescindibles, para la realización de esta nueva construcción política, construcción que mas allá de su fin primario, esto es construir una mayoría electoral, fue demostrando con el paso del tiempo que tenia un objetivo prioritario: la destrucción definitiva de todo espacio político que se definiera como nacional y popular.
Este objetivo es confirmado por el propio Mauricio Macri en la cena de los libertarios (9/5/22): «Perón y Evita crearon el populismo. Tal vez seamos uno de los primeros en erradicarlo» (Dejo aquí algunos sinónimos de la palabra “erradicar”: extirpar, eliminar, suprimir, aniquilar, exterminar).
En un estudio de más de diez años, el Grupo de Estudios Críticos sobre Ideología y Democracia (GECID), bajo la dirección del investigador del CONICET Ezequiel Ipar, comenzó a estudiar las nuevas modalidades de autoritarismo social y definian el discurso del odio como “cualquier tipo de discurso pronunciado en la esfera pública que procure promover, incitar o legitimar la discriminación, la deshumanización y/o la violencia hacia una persona o un grupo de personas en función de la pertenencia de las mismas a un grupo religioso, étnico, nacional, político, racial, de género o cualquier otra identidad social”.
En el mismo estudio revelan que una encuesta dio como resultado que un 26,2 % de la ciudadanía argentina promovería o apoyaría el discurso del odio.
¿Como fue entonces que a través de un odio solo legitimado por una minoría hayan podido construir una mayoría que reacciona políticamente a ese discurso y en contra de sus propios intereses?
Dejemos que lo conteste Adela Cortina, filosofa española y autora del término “aporofobia” para definir el odio hacia los pobres:
“Lograron legitimar en una gran parte de la sociedad el rechazo del otro, creando el sentido de convicción de que existe una relación de asimetría, de que la raza, etnia, orientación sexual, posición social o ideología del que desprecia es superior a la de quien es objeto de su rechazo”.
Siguiendo a la filósofa describiendo las características del discurso del odio utilizado como herramienta política:
* “Va dirigido contra un individuo por pertenecer a un colectivo”
* Se estigmatiza al colectivo atribuyéndole actos perjudiciales para la sociedad, por ejemplo, la comisión de delitos.
* Se sitúa al colectivo en el punto de mira del discurso y de las actuaciones políticas, como enemigos de la cultura identitaria de la sociedad.
* Los que albergan este odio están convencidos de que existe una desigualdad estructural respecto de los grupos atacados y sienten un cierto complejo de superioridad moral.
* Finalmente, emplean en la defensa (de su discurso de odio) argumentos inconsistentes, falsos o falaces”.
Esta es la herramienta política que usa la derecha argentina a través de sus representantes comunicacionales (Clarín, La Nación), políticos (PRO, ex UCR, CC) y judiciales (CSN, Comodoro PY), para conseguir un único objetivo: la desaparición del kirchnerismo y así lograr un peronismo sumiso que mantenga los privilegios del poder económico.
Termino expresando las políticas de buenos modales adecuados a cada ocasión no son las mejores armas para desarticular el sentido común creado en el 40 % de la sociedad por esta estrategia política de la derecha argentina.