“PONE LA FECHA, LA PUTA QUE TE PARIÓ”

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EL MOVIMIENTO OBRERO ORGANIZADO: DE COLUMNA VERTEBRAL A ENTE PASIVO

La situación política y económica del país, los datos que hacen saber que un altísimo porcentaje de trabajadores y trabajadoras con empleo registrado tienen salarios que no les permite salir de la pobreza, con un Poder Económico que, a través de sus terminales políticas, mediaticas y judiciales, anuncia el futuro que nos preparan, amerita exponer mi pensamiento sobre la mayor Organización sindical del país.

Ríos de tinta se han volcado para hablar sobre la Confederación General del Trabajo de la Republica Argentina.

Desde su creación en 1930 la CGT-RA fue creciendo paulatinamente hasta que, con el impulso de las políticas de Perón, se convirtió en la organización sindical más grande de nuestro país.

La historia del movimiento obrero organizado también nos pone de manifiesto que la tan supuestamente necesaria “unidad sindical” no ha dejado de ser una expresión de deseo, ya que si bien hay periodos donde se logró la unidad formal en unas sola Organización, lejos se estuvo de tener una homogeneidad ideológica en su interior.

La literatura expresa que esta controversia obedece a los rasgos distintivos de dos grandes sectores a los que denomina, en términos generales, como “dialoguistas” y “combativos”.

Pero estas definiciones no expresan certeramente las características de estos grupos sindicales.

En realidad, las diferencias existentes quedan embretadas por la lejanía o la cercanía que las cupulas sindicales tienen respecto a los intereses de sus representados.

Esta situación se ha manifestado en forma permanente, en unidad o con fracturas, con la existencia de dos CGT o con una sola, pero con grupos que, a su interior y sin romper formalmente, discrepaban públicamente sobre las políticas sindicales a seguir.

Pero dejemos la historia lejana y vayamos a la mas actual.

El año 2016, fue el momento en que se produce la nueva reunificación cegetista de los dos sectores en que se encontraba quebrada (uno encabezado por Antonio Caló y otro por Hugo Moyano), dando comienzo a lo que considero la peor conducción cegetista desde el retorno de la democracia, solo igualada, pero jamás superada, por las conducciones de la década menemista.

Si bien ambas fueron cómplices pasivas en la aplicación de políticas neoliberales, esta supera a aquellas en 3 hechos insólitos, a recordar.

  1. El 7 de marzo de 2017, en un escenario extraño a la histórica Plaza de Mayo, fue en Diagonal Sur y Bolívar, el triunvirato que encabezaba la CGT tuvo que huir, perdiendo el atril, del palco que ocupaban al ritmo de la frase coreada por los 150.000 trabajadores y trabajadoras movilizados, frase que da título a este post, exigiendo un paro nacional que la cúpula se negó a anunciar.
  2. El 21 de julio de 2021 la cúpula sindical junto con la Asociación Empresaria Argentina (A.E.A) emitieron un documento conjunto donde se transcribían las letanías del Poder Económico (resaltar la gestión privada en la economía, la inserción inteligente en el mundo, reducir la presión tributaria, eliminar el déficit fiscal). Carlos Acuña, Héctor Daer, Andrés Rodríguez, José Luis Lingeri, Gerardo Martínez y Antonio Caló estampaban su firma junto a la crema y la nata del Poder Económico: Luis A. Pagani, Paolo Rocca, Héctor Magnetto, Sebastián Bagó, José Cartellone, Cristiano Rattazzi , Federico Braun,  entre otros, asumiendo como comunes los intereses empresariales.
  3. El 17 de agosto del 2022 convocaron una movilización, otra vez a “un no lugar”, y que salvo por el discurso de Pablo Moyano sobre un trailer en Belgrano y 9 de Julio, no tuvo escenario, no tuvo discurso, no tuvo propuestas y muchos todavía nos preguntamos a favor o en contra de que o quien fueron movilizados cientos de miles de trabajadores y trabajadoras.

Estos tres hechos son los que resaltan el rasgo político que adquirió la CGT hegemonizada por los” gordos”, los “independientes” y la presencia inefable del “barrionuevismo”, que repiten con su inacción ante el contexto en que se desenvuelve el gobierno de Alberto Fernández la misma conducta demostrada ante las políticas anti-obreras de Macri y que demuestran claramente la lejanía que los separa de los intereses de sus representados.

Como es posible, se preguntarán muchos, que manteniendo el poder de movilizar cientos de miles de trabajadores y trabajadoras y representando a la clase social mas numerosa del país, la CGT adopte esta posición de inacción ante las privaciones que sufren las mayorías populares.

Como se puede explicar una conducta complaciente ante gobiernos que llevan adelante políticas neoliberales y que tienen como objetivo arrasar con los derechos laborales, previsionales y sociales, como la salud, la educación, la vivienda, que hunden en la pobreza a millones de compatriotas.

Qué decir del silencio conque la cúpula sindical recibió el endeudamiento externo y el último acuerdo con el FMI o la inacción ante la ofensiva desestabilizante que el Poder Económico realiza contra el gobierno del Frente de Todos a través del manejo de los resortes de la economía que le son propios (remarcaciones de precios, fuga de divisas, manejo del comercio exterior).

Como entender que desde el peronismo que dicen profesar la mayoría de la dirigencia, peronismo que tiene como sus ideas fuerzas la intervención del Estado en las relaciones económicas y la redistribución del ingreso nacional, se desentiendan del debilitamiento de los organismos estatales y permanezcan pasivos ante la permanente pérdida del salario a favor del incremento de las ganancias empresariales, dos aspectos centrales para la conquista de la Justicia Social.

LOS PEORES DEL GRADO

En primer lugar, quiero dejar claro que las opiniones que emito a partir de este momento se refieren directamente a los sectores sindicales denominados “gordos”, “independientes” y al minoritario “barrionuevismo”, que desde 2016 hegemonizan la conducción de la CGT, como lo hicieron en la década del `90.

Dicho esto, sigamos.

No tengo dudas que estos sectores sindicales han sido cooptados por el Poder Económico.

Los han hecho sentir parte del orden social establecido por las relaciones económicas que ese Poder Económico ha impuesto, y esta situación lleva a estos dirigentes sindicales a que, por acción u omisión, sirvan como garantes de la continuidad del estado de cosas. Es decir, sirvan a mantener los privilegios de esa elite social.

Sostengo desde hace tiempo que un dirigente sindical de nivel nacional no puede ignorar las características económicas de la actividad en que se desenvuelve. La estructura de costos de esa producción y su destino cierto, no pueden escapar a su conocimiento porque allí es donde se materializa la puja distributiva entre salarios y márgenes de ganancias. Pero por las dudas, y como un aporte a despejar sus ignorancias, les transcribo datos de un estudio realizado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) sobre las 500 empresas más grandes del país, las que producen casi el 50% del PBI nacional. En los últimos 6 años, mientras el salario real caía un 17 % con Macri y un 7 % con Fernández, estas empresas tuvieron una utilidad promedio de 14.828 millones de u$s. ¿Leyeron bien? Catorce mil ochocientos veintiocho millones de dólares. Y el costo laboral, incluyendo cargas sociales representa en promedio el 16,1 % del precio de venta de sus productos. (“Análisis de la Encuesta Nacional de Grandes Empresas del INDEC”, CEPA, octubre de 2022)

Si estos datos te mantienen indiferentes, vos no cuidas el salario, cuidas las ganancias empresariales.

Otro hecho que fundamenta mi opinión tiene que ver con la ausencia de un programa que exprese ante el pueblo argentino los objetivos del accionar del movimiento obrero organizado y enmarque el accionar de la dirigencia sindical. Lo enunciado en la Falda (1957), Huerta Grande (1962), el documento de la CGT de los Argentinos (1/5/68) y los 26 Puntos de la CGT de Saul Ubaldini (1986) marcan hitos en la historia de luchas del movimiento obrero, dejando en las antípodas políticas el inexplicable documento firmado con la A.E.A por la actual dirigencia cegetista.

UNA SOLA CGT. ¿UNA SOLA?

Vuelvo sobre la unidad, siempre expresada y rara vez concretada, a la luz del tiempo transcurridos desde la restauración democrática.  

Tuvimos CGT Azopardo (Triacca) y CGT Brasil (Ubaldini) durante el gobierno de Alfonsin, CGT San Martin (Andreoni) y CGT Azopardo (Ubaldini) durante el gobierno de Menem, CGT Belgrano (Caló) y CGT Azopardo (Moyano) durante el gobierno de CFK. También encontramos grupos que operaban con independencia, pero sin romper la estructura cegetista, como el Grupo de los 15 durante la gestión de Ubaldini o el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA) en la CGT del menemismo. Sin olvidar la existencia de la CTA desde 1992, luego fracturada en dos (Yasky y Godoy).

Este recuento no puede sino poner de manifiesto que el concepto de unidad basada en la concepción ideológica de la dirigencia sindical, y dado la continuidad de las mismas diferencias al interior del movimiento obrero, se torna harto dificultosa, casi imposible.

Es esa evidencia histórica la que me comienza a hacer permeable a la idea de la existencia de distintas organizaciones nacionales basada en la afinidad conceptual de las dirigencias.

Para que esa situación no debilite la posición de la clase trabajadora ante la voracidad del Poder Económico, se hará necesaria buscar la unidad en la acción, para lo cual se requiere que los sindicatos de base, o sea las organizaciones de 1º grado, y las distintas regionales de la CGT retomen un protagonismo perdido y decidan la adhesión a cada medida de acción directa surgida en función de los intereses de sus representados.

Para ello sus dirigentes deberán dejar de lado el rol de gerenciadores de meras mejoras salariales y laborales que les asigna el neoliberalismo, para asumir el protagonismo de representar a una clase social enmarcada en un movimiento nacional que tiene como objetivo la Soberanía Política para lograr la Independencia Económica que haga realidad la Justica Social.

Para finalizar digo que no puedo avizorar el futuro de la CGT-RA, pero si puedo expresar lo que siento en este presente ante una dirigencia sindical que nos acaba de dar otra muestra de insólita conducta: recordar la gloriosa jornada del 17 de octubre, protagonizada por los trabajadores y trabajadoras, encerrados en un gimnasio para crear una sigla que les permita pelear por cargos políticos.

Tenemos la peor conducción de la historia de la CGT.  


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