
Desde el retorno de la democracia sectores numeroso de la sociedad argentina han sufrido una degradación paulatina en sus valores, principios y creencias.
Ese retroceso cultural ha llegado a un límite que pone en riesgo la viabilidad de un modelo de comunidad futura, desarrollada e inclusiva.
La ingenuidad conque esos sectores de la sociedad van incorporando conceptos y conductas que, además de impactar en nuestra cotidianeidad y socavar el futuro común, provoca la naturalización de situaciones que, con otro nivel de conciencia, sobre la propia existencia, sus estados y actos, esos mismos individuos rechazarían de plano, exhibiendo una decidida voluntad de transformarlas.
Sin embargo, esa voluntad de transformación en estos individuos ha sido suplantada por un sentido instalado que los lleva, no solo a resignarse ante un estado de cosas que entienden natural, sino que los convierte en actores de importancia en la defensa de esos conceptos y conductas.
Así, una sociedad justa, integrada, que distribuya beneficios y obligaciones en forma equitativa, donde todos y todas sus integrantes se sientan participes de la construcción de un futuro que los incluya, se torna inviable.
ANTES DE LAS ACCIONES SIEMPRE ESTAN LAS PALABRAS
Ese sentido no ha surgido en forma espontánea en esos sectores sociales, sino que tienen su origen en aquellos que se benefician del mismo.
Ese sentido comienza a crearse desde las usinas propaladoras de un discurso que tienen en común argumentos falaces, noticias falsas y negacionismo.
Cuando se tergiversa el origen de los males que nos aquejan como sociedad, cuando se crea un estado de confusión en la opinión pública, la solución a esos males queda envuelta en errores y equivocaciones. Y aquellos sectores sociales permeables a ese estado de confusión comienzan a incorporar a sus conductas y pensamientos crecientes grados de malestar y desencanto.
Así encaminan a la sociedad a vivir una realidad ahistórica que se nutre de causas y causantes invisibilizadas para los ojos de la sociedad.
Y esas vivencias llevan a esa sociedad a un futuro inviable.
Ese malestar y desencanto, que llega atravesando individuos de todas las capas sociales, convierte a esas personas en receptores apropiados de un discurso cuyas argumentaciones falaces tienen claramente objetivos políticos: generar un culpable de sus penurias y frustraciones, darle a este el carácter de “enemigo”, y al mismo tiempo ocultar con la creación de este sentido a los verdaderos responsables y beneficiarios de ese estado de cosas que los agobian.
EL ODIO COMO SENTIMIENTO Y COMO HERRAMIENTA POLÍTICA.
El odio es un sentimiento que subyace en nuestra humanidad, y que tiende a aflorar dirigido a algo o alguien que nos infunde sensaciones de pánico, inseguridad, pérdidas, o como reacción a una agresión física y/o psicológica permanente.
Pero también existen la antipatía, el disgusto y el miedo irracionales, en la frontera con ese trastorno patológico que es la fobia.
En ese universo humano germina el discurso estigmatizor usado como técnica de condicionamiento psicológico para generar odio,
Así logran un ejercito informal de odiadores que contiene, individualmente a potenciales agresores y colectivamente a una masa que convalidará cualquiera de esas potenciales agresiones.
Y así el odio se comienza a utilizar como herramienta política.
Y esta utilización no es nueva.
Sin el odio como herramienta política y sin la violencia que desata, como explicar la muerte de Moreno, el fusilamiento de Dorrego, la masacre de nuestros pueblos originarios, la carta de Sarmiento a Mitre, la cabeza del Chacho clavada en una lanza, la semana trágica, el asesinato de los 1.500 peones patagónicos, el bombardeo a Plaza de Mayo, los fusilamientos del `55 y la maquinaria de torturas, asesinatos y desapariciones de la última dictadura cívico-militar. También se perdería el sentido de las muertes de Kosteki, Santillan, Fuentealba, Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, la prisión de Milagro Sala y el atentado a la Vicepresidenta de la Nación.
LAS RESPONSABILIDADES QUE NO PUEDEN NEGAR
El martilleo persistente estigmatizando al blanco elegido como culpable-enemigo, cargándole abyectos actos y planes, con el propósito premeditado de incentivar sentimientos de repulsa y que provocan el deseo de rechazar y/o eliminar al culpable-enemigo creado y que causa esas penurias y frustraciones, terminan, más temprano que tarde, en el odio y la consiguiente violencia.
El negacionismo a la existencia del odio como práctica para el logro de fines políticos surge hoy como avalancha en las bocas de aquellos que, desde el periodismo, la política y el poder judicial, quieren negar su responsabilidad en esta construcción de sentido social que desemboca en el atentado a CFK
Seria largo y cansador exponer todas las situaciones que demuestran claramente las responsabilidades de las usinas que generan el discurso que cabalga sobre el estado de animo social para convertir al odio como herramienta política. Solo expondremos casos emblemáticos de la “santa trinidad”.
El periodismo:Desde “El grito arjentino” (SIC) y el “Muera Rosas” (1839/42) hasta estos monstruosos grupos mediáticos en que los ha convertido la tecnología, los medios de prensa han sido usinas generadoras de estos discursos. Y nunca han perdido de vista sus objetivos. Desde Yrigoyen para acá siempre son el Estado, un líder del campo nacional y popular y la política. En la actualidad suman como casos emblemáticos convertir un suicidio en un asesinato sin asesinos haciendo responsable al gobierno peronista de ese momento (Nisman) y lapidar a un candidato a gobernador de la provincia de Bs As señalándolo como partícipe de un triple asesinato por contrabando de efedrina (Aníbal es la Morsa).

La política: Fueron protagonistas de todos los golpes de estado prestando ministros, embajadores e intendentes a las dictaduras de turno. La Liga Patriótica Argentina y los Comandos Civiles eran organizaciones que con anuencias partidarias fueron punta de lanza en represiones para-estatales. Hoy son generadores de primer nivel del discurso del odio con estos ejemplos: “Cristina es una corrupta confesa” (Carrió); “Mi voluntad es exterminar al peronismo” (Macri); “Hay que meterles palos y balas, no podemos perder la calle” (Bullrich, sobre las concentraciones frente a la casa de CFK; “Cuando ganemos la provincia de Bs As hay que entrar con la metra” (Arietto)

La justicia: En 1930, cuando legalizaron las violaciones constitucionales surgidas del primer golpe de estado, comenzó el derrotero de sectores del Poder Judical que los llevo a convertirse en el último eslabón del lawfare. Veamos algunos casos que sin dudas se encuadrarian en el prevaricato: en la causa “Fotocopias de cuadernos” convalidaron que las declaraciones de los arrepentidos en papel y birome equivalen a “cualquier medio técnico idóneo que garantice su posterior evaluación” (Art. 6, ley 27.304); prohibieron a la vicepresidenta de la Nación ampliar su declaración en el proceso donde se la imputa (Art. 303, Código Procesal Penal Federal); excavaron media Patagonia buscando contenedores con dinero enterrados; niegan peritar los cuadernos, de la causa Fotocopias, renacidos de las cenizas cual ave Fenix. Pero las decisiones tomadas por estos «servidores» de la justicia no se limitan a perseguir políticos.. También dilatan 20 años la resolución del Correo Argentino, se convierten en garantes de la impunidad de los estafadores de Vicentin, amortajaron la investigación del atentado a la embajada de Israel o mediante una interpretación cantiflanesca pretenden convertir a la ciudad de Bs As en una nueva provincia. Sin dejar de lado que tienen un fiscal procesado, camaristas puestos a dedo y dos supremos que jamas expresaron su negativa a ser nombrados por decreto.

Las tres terminales en conjunto: El amigo Rinconet (columnista de El destape) instaló la frase “nado sincronizado” para visibilizar la coordinación en la generación de discursos de los aparatos mediáticos y sus empleados. Aunque también esa frase irónica queda reflejada en las conductas periodistas, políticas y jurídicas. El mecanismo del lawfare se sintetiza en que el periodismo “descubre” un caso de supuesta corrupción y lo coloca en la agenda del día, un político lo toma y hace la presentación judicial, la que cae en manos de un fiscal y un juez, surgidos de un sorteo amañado, los que abren una causa, luego comienza el show de filtraciones judiciales hacia los medios amigos, con esas filtraciones estos medios producen informes 24×7, siempre empleando verbos en modo potencial, y abriendo sus multimedios, impresos, radiales y televisivos a la procesión de políticos, con lo que se materializa la utilización del odio como herramienta política.
LOS GANADORES ETERNOS
Pero nada ganaríamos con este resumido detalle de situaciones existentes, que podrían seguirse señalizando hasta el infinito, sin comprender como se ha llegado y quienes se benefician con esta esta pasividad, indolente y desatendida.
Porque debemos convenir un concepto básico: los políticos, los economistas, los funcionarios, los periodistas son apenas eslabones de la cadena que promueve la creación de esos culpables-enemigos, con sus ineludibles consecuencias de odios y violencias. Y despejemos las dudas: toman a su cargo ese rol por una simple y vil motivación: dinero.
Pero vayamos a quienes son los impulsadores de estos mecanismos y herramientas para confundir, crear sentido y así naturalizar un estado de cosa que garantice sus privilegios sin cuestionamientos incomodos.
En una nota escrita en El cohete a la luna del domingo 11 de setiembre, Marcelo Figueras se refiere a este tema y expresa:
“No podemos ser ingenuos e ignorar que, por detrás de cada utilización política del odio en la historia, hubo siempre una motivación económica, que es lo mismo que decir un ansia de poder. Aquellos monarcas o políticos que atizaron los prejuicios de su época para que el odio justificase la violencia («los indígenas son infieles y por ende no irán al Cielo, los judíos son una subraza que además se queda con la nuestra»), unieron lo placentero con lo conveniente. Melonearon a sus tropas, imbuyéndolas de sagrado propósito, y las enviaron a quemarlo todo, a arrasar con la maleza y preparar el campo para sus nuevos negocios. Por eso mismo, si queremos entender de verdad qué fue lo que motorizó cada oleada de odio social que condujo a segregación y/o masacre, lo que hay que hacer es simple: Follow the money. Fíjense a quiénes benefició esa violencia. Verán que no falla”.
Y si ese “Follow the money” despertara una pequeña curiosidad en nuestras mentes encontraríamos un hilo conductor en la historia, esa historia que quieren borrar de la memoria del pueblo: desde las masacres perpetradas contra los pueblos originarios hasta la actualidad, siempre hay un gran negocio de por medio. O es la apropiación de recursos naturales o es la perdida de derechos de los pueblos. En ambos casos la resultante es la misma. Acumulación de riquezas.
Y también el destinatario de esa acumulación de riquezas: el Poder Económico.

NO ERA SOLO LA CABEZA DE CRISTINA.
Esa pistola que gatillo la fallida bala hacia la cabeza de la vicepresidenta también apuntaba al futuro de la sociedad toda.
Una sociedad que absorbe indiferentemente el sentido de interminables discursos basados en la mentira, no es viable.
Una sociedad que se construye ingenuamente una realidad basada en noticias deformadas intencionalmente, no es viable.
Una sociedad que convive indolentemente con quienes generan y utilizan el odio con fines políticos, no es viable.
Ese sueño de las mayorías, con un futuro de paz, justicia y convivencia democrática, sin privilegiados ni excluidos, no es viable, .
La solución esta en nosotros mismos para que las terminales mediáticas, políticas y judiciales del Poder Económico queden visibles y aisladas, y así esterilizar sus odios.
Sin desearle la muerte a nadie. Nosotros no queremos que mueran.
«Queremos que nos dejen de joder, nomás». (Gracias M. Figueras)